Si tuviéramos que denominar a alguna ciudad del mundo como Fénix, una de las candidatas con más opciones de ser la elegida debería ser sin ninguna duda Izmir. Como en la leyenda del Ave Fénix, la ciudad ha sido destruida durante los siglos en incontables ocasiones, para después volver a resurgir, cada vez con mayor fuerza. Pero en los casi 3.000 años transcurridos desde que los primeros pobladores se establecieron en este punto concreto de la actual costa turca, enormes terremotos, multitud de pueblos invasores y devastadores incendios se han sucedido para sacudir los cimientos de la urbe, que siempre ha sido capaz de emerger y reinventarse.
La última vez que algo asoló la antigua Esmirna fue en 1922 cuando fue pasto de las llamas después de la guerra contra los griegos. Este es el motivo de que Izmir sea la ciudad más moderna de Turquía. Una metrópolis, la tercera más poblada del país, que compite con Estambul por ser la más pujante, con el segundo puerto con más tráfico de Turquía, decenas de nuevos rascacielos de acero y cristal y amplias avenidas repletas de palmeras. Las pocas décadas de vida de la nueva Izmir se aprecian en su trazado bien estructurado, que facilita el tránsito y el comercio.
Izmir es además un importante destino turístico, con casi 1,5 millones de visitantes al año. Un viaje a Izmir supone sumergirse en su historia. El destino cuenta con yacimientos arqueológicos, principalmente al norte y al sur del centro de la ciudad. También posee un privilegiado entorno natural, con múltiples opciones de combinar monumentos con preciosas y solitarias playas arropadas por una más que buena infraestructura hotelera. Y para los amantes del senderismo, hay cientos de rutas que recorrer andando o en bicicleta, por parajes naturales de ensueño.
Hasta aquí se puede llegar de múltiples maneras, por avión o por carretera, pero la mejor forma es a través de uno de los múltiples cruceros que atracan en Izmir. Recuerda que con Eturquía puedes disfrutar de un viaje para conocer los encantos de esta ciudad que, como el Ave Fénix siempre resurge de sus cenizas.