Sólo algunos monumentos del mundo tienen la fuerza y el potencial de convertirse en sí mismo es una enseña, en un icono, en una bandera de la ciudad o del país que representan.
Es lo que ocurre por ejemplo con la Estatua de la Libertad, símbolo de América, o con la construcción que hoy nos ocupa: el Puente Gálata, un verdadero símbolo de Turquía y, más concretamente de su capital Estambul.
Por su ubicación estratégica este puente es un nexo de unión entre dos mundos, entre dos culturas bien diferentes, entre Oriente y Occidente, entre Asia y Europa.
En la capital turca este puente basculante de unos 490 metros de longitud, que se encuentra ubicado en el estuario conocido como el Cuerno de Oro, tiene la función de unir la vieja Estambul con la parte más moderna y avanzada, donde la civilización comienza a dejar su huella.
La construcción actual data de 1992 o sea que es relativamente moderna, con un mecanismo que permite pasar a los barcos. Sin embargo, según los documentos conservados por los historiadores, el primer puente en el lugar se construyó en el año 1845.
Después llegaría Napoleón Bonaparte, que aportó un puente de madera en 1863. Antes de la actualidad aún hubo tiempo de edificar dos puentes más, uno en el año 1875 y otro ya en el siglo XX, en concreto en 1912.
Cargado de mitos y leyendas, este puente es además un magnífico lugar para saborear algunos de los platos más típicos de Turquía ya que en su nivel inferior está plagado de restaurantes y cafeterías.
Para gozar de esta maravilla de la humanidad pueden contratar un viaje económico a Estambul.