Este mes de agosto es temporada alta en Turquía. Son millones los turistas que efectúan sus viajes a Turquía durante esta época del año. Por ello, es conveniente tener muy claro qué se quiere visitar, para organizar la ruta y que de tiempo a conocer las principales atracciones y monumentos turísticos del país. De lo contrario, el visitante se expone a largas colas y la posibilidad de quedarse sin vislumbrar alguna de las maravillas que este país posee.
Teatro Aspendos
Aspendos dispone de uno de los teatros antiguos mejor conservados de toda antigüedad. Este teatro fue erigido en el año 155 d.C., durante el reinado del emperador romano Marco Aurelio. En sus gradas podían sentarse hasta 20.000 espectadores. La superficie del escenario de este teatro se empleó más adelante como una posada en la carretera, algo que lo deterioró. Afortunadamente, se ha llevado a cabo una profunda rehabilitación, por lo que el Teatro de Aspendos vuelve a lucir su magnificiencia y ha podido conservarse hasta hoy en día luciendo sus atributos originales.
Pamukkale
Significa «castillo de algodón» en el idioma turco, se trata de un paisaje surrealista, casi irreal, en la zona occidental del país. Es archiconocido por sus terrazas blancas hechas de travertino, que es una roca sedimentaria depositada por el agua con un contenido mineral muy alto de las aguas termales. De ahí que las personas hayan disfrutado de las propiedades sanadoras de estas aguas desde hace miles de años. De hecho, la vieja ciudad griega de Hierápolis fue levantada sobre las aguas termales por los reyes de Pérgamo. Sus ruinas de los baños, templos y otros monumentos griegos se pueden ver en el sitio. Aunque la mayor parte de los visitantes tienen la prioridad de bañarse en sus aguas, principalmente al caer el sol, un auténtico espectáculo para los sentidos.
El Castillo de Bodrum
Es una de las mayores atracciones del país, localizado en la ciudad homónima, emplazada en la zona suroriental del país. Este castillo, considerado uno de los mejor conservados de la época medieval de todo el mundo, fue construido por los cruzados en el siglo XV con el nombre de Castillo de San Pedro. Ahora se utiliza como un museo, concretamente por el Museo de Arqueología Subacuática. Pero sus muros y torreones siguen impresionando a los visitantes
La biblioteca de Celso
Las ruinas de Éfeso son una atracción turística muy popular de la cosat oeste turca. De hecho, la urbe de Éfeso fue una vez muy conocida por poseer el Templo de Artemisa, que era considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo. Lamentablemente, fue destruida por una multitud orquestada por el arzobispo de Constantinopla hace varios siglos. De todos modos, su esplendor sigue pudiendo ser visible en nuestros días. Sobre todas las cosas destaca la Biblioteca de Celsus. Un lugar levantado en el siglo 125 dC donde se almacenaban hasta 12,000 pergaminos y era utilizado como una tumba monumental para Celsus, el gobernador de toda Asia. La fachada fue reconstruida siguiendo los cánones originales en la década de 1970, recuperando parte de su magia.
Santa Sofía
Posiblemente estamos hablando de una de las atracciones más valoradas de todo el país. Símbolo de Turquía y de su pasado y presente multicultural. Emplazada en la mayor ciudad del país, Estambul, Santa Sofía fue originalmente una basílica construida para el emperador del Imperio romano de oriente en el siglo VI. Sin duda alguna estamos hablando de una obra maestra de la ingeniería de los romanos, con su enorme cúpula que durante más de diez siglos fue el el espacio cerrado más grande de todo el planeta. Desde el año 1935 alberga un interesante museo.
La Capadocia
La Capadocia es una región muy conocida por sus surrealistas formaciones de roca originadas de forma natural por la erosión de los elementos. Hablamos de unos un lugar único en el mundo. Donde más evidente es este paisaje surrealista es en el entorno de la localidad de Göreme, que se encuentra rodeado por un amplio abanico de conos de toba, también denominado como chimeneas de hadas. Son formaciones originadas a partir de la erosión del viento y el agua. Como es un material muy blando, el paso del tiempo y de los elementos naturales han vaciado muchas de estas formaciones, permitiendo la construcción de casas y templos en su interior.