La mayor parte de las personas que planifican su viaje a Turquía llegan a Estambul. La capital del país constituye, en sí misma, un destino imprescindible para el visitante, ya que encierra numerosos atractivos turísticos, tales como la Mezquita Azul, Santa Sofía o el Cuerno de Oro.
Muy cerca de Estambul hay playas donde se puede disfrutar del mejor sol y un mar espectacular. En cualquier caso, dada su cercanía a esta megalópolis de más de 10 millones de habitantes, resulta conveniente alejarse un poco de la antigua Constantinopla para disfrutar de algunos de los parajes costeros más singulares de Turquía.
Una buena recomendación es visitar Kilyos, el enclave costero de primer nivel más cercano a Estambul y que cuenta con todos los servicios que un viajero pueda desear. Combina cercanía a la capital del país, sin las grandes masificaciones que sobretodo los fines de semana suelen presenciarse en playas más cercanas al centro de la antigua Bizancio.
Por otra parte, si lo que queremos es disfrutar de las playas más auténticas de Turquía, nuestro destino deberá acercarse más hacia el sur del país. La denominada como Costa Turquesa esconde auténticas perlas, las mejores maravillas costeras del país. Todo ello con localidades espectaculares como es el caso de Kemer, Olympos o Kekova.
Estas tres urbes albergan las aguas mediterráneas más puras de la zona y no sería descabellado decir que de todo el Mar Mediterráneo. Incluso cabe la posibilidad de contratar un crucero para recorrer a bordo de un barco las playas más representativas de la zona mediterránea del país turco. En cambio hay otra costa menos conocido y que no suele salir en los panfletos de las agencias de viajes. Hablamos de la costa del Mar Negro, al norte de Turquía y que suele ser una agradable sorpresa para todo aquel que llega hasta ciudades como Amasra o Igneada.