Turquía es un país con múltiples atractivos. Desde la majestuosidad de Estambul a la magia de su capital, Ankara, pasando por la belleza natural de la Capadocia, una de las formaciones geológicas más caprichosas de todo el planeta. Para todos los que estén planeando un viaje a Turquía, tienen que tener en cuenta de que el país tiene muchos más atractivos, por ello hoy queremos recomendar tres destinos que no siempre figuran en las guías de viajes pero que, sin duda, son un diamante que merece la pena conocer.
Kusadasi: esta ciudad es una de las más bonitas de todo el país y de todas las que están surcadas por el Mar Egeo. Por ello es una de las más afamadas entre los turistas tanto nacionales como internacionales por sus magníficas playas, su clima benevolente y las múltiples alternativas de ocio y cultura que ofrece. No es el mejor destino para los que estén buscando un lugar tranquilo, al menos durante los meses de verano, temporada alta en Kusadasi. Pero fuera de los meses de Julio y Agosto se puede disfrutar de un entorno incomparable con una calma muy de agradecer. Otra cosa que hay que destacar es la gran influencia cultural que impregnan cada rincón de esta ciudad, con músicos y artistas callejeros diseminados por sus calles.
Éfeso: Hablar de Éfeso es hacerlo de un enclave turístico de primer nivel, ubicado a escasos minutos de Kusadasi. Es una de las urbes con mayor antigüedad pero también mejor conservadas del país turco y también uno de los tres centros arqueológicos más importantes de toda Turquía. Éfeso es una parada obligada para todos los que deseen conocer la verdadera historia turca y es la opción más asequible para los que quieran darse un baño de cultura y no sólo uno en el mar.
Pamukkale: Mucha gente conoces las impresionante piscinas naturales que se ubican en Pamukkale, uno de los principales destinos turísticos de la península de Anatolia. También llamadas piscinas de algodón, un amanecer o un atardecer en ellas es una experiencia que a buen seguro será recordada durante toda una vida. Estas formaciones geológicas forman extrañas figuras de cal que con el paso del tiempo y los elementos naturales han conformado estas piscinas con aguas que poseen propiedades curativas y sanatorias. De hecho se dice que en la época antigua llegó a funcionar como spa de la mismísima Cleopatra.